Al transitar por la avenida Irarrázaval
surge la pregunta sobre cuál fue el destino de quienes habitaron las
antiguas residencias donde hoy hay un edificio en altura, ¿el precio
de venta les habrá permitido continuar en esta zona? ¿Cuál es el
margen de ganancia de la inmobiliaria que compró ese terreno?.
El concepto de gentrificación aborda
estas preguntas al estudiar el modelo de producción urbana que se
apropia de espacios bien dotados en infraestructura, pero con baja
inversión pública y privada, en el cual el precio de venta del
terreno dificulta al antiguo propietario relocalizarse en la misma
zona.
Entre los años 2000 y 2012, las utilidades de las
inmobiliarias en las zonas de renovación urbana crecieron sostenidamente a un
104 % por unidad de terreno construido. Sin embargo, los propietarios del suelo que
residían en estas zonas y que vendieron a las empresas inmobiliarias
recibieron rentas bastante menores que no variaron más de un 5 %.
El estudio “Indicadores generales del proceso de gentrificación en Santiago de Chile” consideró como uno de los casos la situación de la avenida Irarrázaval en
Ñuñoa. De las zonas estudiadas (Recoleta, Macul y Santa Isabel)
Ñuñoa es la que presentó los terrenos con mejor precio, con
valores de 16 UF el metro cuadrado, un precio sostenido entre desde
2000 al 2012. Una zona donde empresas inmobiliarias compran suelo a
mayor precio, pero así mismo revalorizan las nuevas edificaciones
en altura con precios de vivienda mayores al resto las comunas
estudiadas.
La investigación señala que en
Irarrázaval Poniente el 58 % de los residentes es potencialmente
relocalizable porque la superficie del terreno vendido contribuye a la opción de comprar en la misma zona de
renovación urbana.
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